Las noticias que llegan desde el Parlamento de Italia no son buenas para aquellos argentinos que tienen pensado tramitar la ciudadanía italiana.
Ayer, el Senado de aquel país dio media sanción (por 81 votos contra 37) al decreto-ley presentado por el Gobierno de Giorgia Meloni que modifica las reglas para asignarles la nacionalidad a descendientes de italianos en el exterior.
La propuesta limita el acceso a la nacionalidad italiana a través del principio de “ius sanguinis” (derecho de sangre), por el cual los descendientes de emigrantes italianos podían reclamar la ciudadanía sin importar el número de generaciones que los separen de su antepasado.
Sin embargo, esta política fue objeto de debate en los últimos años debido al aumento de solicitudes y a las implicaciones culturales y administrativas que conlleva. En Argentina, por ejemplo, se reconocieron 24.000 nuevas ciudadanías durante el último año.
Pero, para que la nueva ley vea la luz, antes deberá ser aprobada por la Cámara de Diputados de Italia. Y esto, será un hecho, ya que el oficialismo tiene mayoría en el recinto legislativo. Y eso preocupa a miles de argentinos con vistas de hacer el trámite y que no cumplen con los requisitos.
El senador italiano Fabio Porta (Partido Democrático), expresó a este medio que el inminente decreto-ley es “un golpe a la democracia, a la historia“, ya que se determina una nueva legislación en ”un tema tan sensible y delicado como es la ciudadanía, en donde el Parlamento impone una determinación con pocos días para ser aprobada o rechazada, con pocas posibilidades a la modificación”.
El origen del decreto-ley
Propuesta por el ministro de Exteriores, Antonio Tajani, destacó que la intención de la medida es garantizar que este derecho esté fundamentado en un vínculo auténtico con Italia, tanto cultural como burocrático. “Este resultado es muy importante porque la medida pretende devolver dignidad y significado a un derecho que debe estar basado en un vínculo verdadero con Italia”, afirmó el ministro tras la aprobación en el Senado.
Hasta ahora, la ciudadanía italiana podía ser reclamada por descendientes de emigrantes italianos hasta la tercera o cuarta generación, gracias a una ley de 1992 que reconocía el derecho por sangre, independientemente del lugar de nacimiento.
Según datos del diario italiano Corriere della Sera, esta normativa permitió un crecimiento exponencial en el número de ciudadanos italianos en el extranjero, pasando de 4,6 millones en 2014 a 6,4 millones en la actualidad.
El impacto de esta medida es profundo, especialmente en Sudamérica, donde se estima que entre 60 y 80 millones de personas podrían reclamar la ciudadanía italiana bajo la ley vigente. Sin embargo, con las nuevas restricciones, este derecho quedará limitado a una fracción mucho menor de la población.